CHARLA SOBRE JARDINES TERAPÉUTICOS
En Arles, en el otoño
de 1888 la pintura de Van Gogh había hecho eclosión: 200 obras que produjo en
sólo 15 meses. Los temas naturales estaban imbuidos de vida. El sol y la luz
fueron fundamentales -pintó “La
Cosecha”. En una de sus tantas cartas a su hermano identificó
el color amarillo como “pura luz, y también amor; al azul – infinidad como el
cielo nocturno.”
En los jardines
del asilo, Van Gogh empezó a pintar casi inmediatamente. En una carta a su
hermano Theo, Van Gogh escribe: “...verás que considerando que mi vida la paso
mayormente en el jardín, no es muy infeliz”. Posiblemente sea a través de la
naturaleza que el talento de Van Gogh se sienta más intensamente y es tal vez
gracias a la naturaleza que él no haya decidido terminar con su vida antes. En
el verano de 1890, en su última carta a
su madre y hermana en Holanda, Van Gogh escribió: “Para nuestra salud es necesario
trabajar en el jardín y ver crecer las flores”
‘Vincent’s Irises,’ Paul Getty
Museum
Un sabio jardinero y terapeuta
Gene Rothert escribió: “Lo que extraemos de nuestros jardines no es fácil de
racionalizar o explicar, pero es algo que nunca deberemos dejar de hacer”.
Tiene razón, pero los
científicos están avanzando en su afán por descubrir qué es lo que nos hace
salir a nuestros jardines y poner las manos en la tierra, ¿qué es lo que nos
hace sentir placer cuando admiramos nuestros canteros?
Han encontrado que el estar en un ambiente natural baja la
presión sanguínea, reduce la tensión muscular e incrementa las ondas alpha en
el cerebro. Lo que es más, el simplemente mirar fotos o ver videos de la
naturaleza reduce el estrés y aminora la emociones negativas. No es
sorprendente entonces, que 300 personas a quienes se les pidió que describieran
el lugar más terapéutico, el ambiente más ‘sanador’ para alguien que esté
sufriendo dolor o necesidad de afecto y consuelo, describieron un lugar lleno
de árboles, agua, vegetación y piedra. Los jardineros no tenemos duda de esto,
ya lo sabemos, pero aún los no-jardineros lo reconocen intuitivamente. Dicen que
después de lo ocurrido el 11 de Septiembre en Nueva York, los jardines públicos
a lo largo y ancho de los Estados Unidos se vieron colmados.
Cuando se le pregunta a los jardineros porque hacen jardines y
trabajan en ellos, muchos responden que encuentran una manera de escaparse del
estrés causado por el trabajo y las presiones familiares, el diario andar, etc.
Aunque el estrés sea subjetivo (mi estrés puede ser tu euforia) y varía en
intensidad, una cosa es segura: nuestra salud está íntimamente relacionada con
lo bien que podamos manejarlo. Estoy convencida que el aumento en el interés
por la jardinería se encuentra en directa proporción con el aumento de estrés
en nuestras vidas.
Recuerdo un fascinante documental televisivo en donde un grupo
de animados centenarios fueron entrevistados con el propósito de descubrir el
secreto de sus largas vidas. Alto en la lista se encontraba la capacidad de
manejar la pérdida de seres queridos.
Noté sin asombro que muchos se mostraron trabajando en sus jardines - - tal vez
haciendo honor al dicho que los viejos jardineros nunca mueren, simplemente se
van en vicio.
Karen York es una horticultora
diplomada, editorialista y autora de temas botánicos. Sus artículos ha
aparecido en la revista Gardening Life y
en los diarios The Globe and Mail. Es
también miembro del directorio de la Canadian Horticultural
Therapy Association.
BETHESDA REHABILITATION
HOSPITAL –
Una
noticia publicada el 23 de Abril, 2003 informa sobre los planes de
demolición de tres importantes edificios que están dentro del campus del
hospital. Esto se hace para dar lugar a la creación de jardines terapéuticos
para pacientes y sus familias. Son edificios que tienen 120 años de historia
–fueron utilizados para albergar dormitorios para los estudiantes e internos,
biblioteca, aulas y gimnasio. Ahora ese espacio se está convirtiendo en un gran
espacio verde y vital.
Un artículo escrito por Michael
Waldhoz para el Wall Street Journal lleva el siguiente encabezado:
GARDEN THERAPY: EL SOLO MIRAR VISTAS
NATURALES PUEDE AYUDAR A MEJORAR LA SALUD MENTAL Y FÍSICA.
El artículo hace referencia a la experiencia personal de Janice Mawhinney –
una depresión causada por una pérdida y
que sólo cuando empezó a salir al jardín y a trabajar en ella,
cuando logró recuperar su jardín
abandonado, logró también recuperar su salud.
El sentido común y la experiencia nos
dice que salir a caminar, escalar sierras o trabajar en el jardín puede
restaurar emocionalmente a quienes lo hagan. Científicos ahora están empezando
a entender porqué la jardinería –o simplemente ver un paisaje maravilloso-
puede tener la poderosa habilidad de promover mejorías ‘medibles’ en la salud
tanto mental como física de las personas.
Utilizando la ciencia como base, una
nueva práctica de la horticultura con fines terapéuticos está surgiendo. Cada
vez más hospitales están utilizando el conocimiento de los psicólogos
ambientalistas para construir pequeños pero elaborados jardines para pacientes,
visitas y para médicos estresados. Algunos jardines botánicos urbanos y centros
de rehabilitación están creando los ahora llamados healing gardens
o jardines ‘sanadores’ con programas de terapia hortícola que enseñan a los
pacientes y al público sobre los efectos recuperativos que el mundo de la
naturaleza tiene sobre la psiquis humana
“Si algún investigador hubiera
seriamente propuesto, hace dos décadas, que los jardines podrían
mejorar los resultados médicos, ésta postura hubiera sido recibida con sorna
por la mayoría del cuerpo médico.” Esto sostiene Roger Ulrich, profesor de la Universidad A&M
de Texas y destacado investigador sobre los efectos que el ambiente tiene sobre
la conducta. “Ahora tenemos estudios que demuestran que factores psicológicos y
ambientales pueden afectar los sistemas fisiológicos y el estados de la salud”.
Un estudio publicado en junio de este
año encontró que aquellos que fueron expuestos a la naturaleza se recuperaron
del estrés mucho más rápidamente que aquellos que no estuvieron expuestos, y lo
que es más, los efectos positivos se sintieron casi inmediatamente.
Los resultados de la investigación de
Ulrich demostraron que pacientes hospitalizados cuyas ventanas tenían vistas al
paisaje exterior se recuperaba de la cirugía más rápidamente que aquellos
quienes no tenían acceso a las vistas del paisaje/jardines. Otros estudios han
encontrado que simplemente el mirar un jardín o entorno natural puede reducir
la presión sanguínea y el desacelerar el pulso y que inclusive puede aumentar
la actividad cerebral que controla los estados de ánimo.
Un creciente cúmulo de evidencia
sugiere que los humanos están ‘armados’ no sólo para disfrutar de una agradable
vista de la naturaleza, pero para explotarla también – como una droga- para
relajarse y renovarse después de una experiencia estresante.
Nuestros primitivos antecesores
–teoriza Ulrich- probablemente necesitaron una manera rápida de recuperarse de
una experiencia traumática como pudo ser una cacería, una batalla o un ataque
de algún animal salvaje. “Podrán imaginar que aquellos que podían miran hacia una
savannah abierta, ‘viendo’ la seguridad y tranquilidad, podían sentir un rápido
alivio pero también los ponía en alerta a su entorno –éstos serían los que
tendrían el beneficio de supervivencia, la ventaja por encima de los demás”.
Dice Ulrich.
Los científicos han documentado este
efecto restaurador en un número de experimentos controlados. En el estudio
publicado en el Nº de junio de la
Journal of Environmental Psychology, el Dr. Terry Hartig y
sus colegas en la
Universidad de Irvine, California – midieron una marcada
diferencia psicológica, de atención y de cambios de humor en pruebas hechas a
sujetos expuestos a entornos naturales y urbanos.
En el experimento 112 jóvenes adultos fueron asignados una variedad
de tareas estresantes incluyendo manejar a un lugar que no habían visitado
anteriormente. Luego, las personas que se sentaron en un cuarto con vista a
árboles y luego caminaron por una reserva natural mostraron una baja en la
presión sanguínea y un cambio substancialmente más positivo en sus sentimientos
que aquellos que se sentaron en cuartos sin ventanas y que luego caminaron en
medio de una zona urbana de mediana densidad.
Algunos de los cambios pudieron ser
medidos a los pocos minutos de estar expuestos a los entornos naturales, dice Hartig,
ahora en la Universidad
de Uppsala en Gavle, Suecia. Es consultor para varias ciudades europeas
cuyas autoridades en planeamiento de ciudades están considerando expandir las
ahora llamadas selvas urbanas.
Jaime Raimes, 64 años y retirado de
una firma editorial, siente un efecto como éste cuando regresa a su modesta
casa en el campo en Chatham, N.Y. “Los sonidos, los aromas, y las vistas
ejercen un inmediato efecto calmante en cuanto salgo del auto,” sostiene
Raimes.
Muchos jardineros dicen que pierden
noción del tiempo mientras están sacando yuyos, plantando o podando. “Yo puedo
y con frecuencia lo hago, trabajar en el jardín desde la mañana temprano hasta
la puesta del sol, al punto de excluir muchas otras cosas en mi vida,” admite
Raimes.
Y es así. Personas que se han mudado a
zonas fecundas sienten la biológica atracción de la jardinería que puede ser
fuertemente adictiva –indudablemente es un escape bastante más seguro y son que
otras adicciones.
Muchas culturas han hace mucho
comprendido las influencias armonizantes de la flora. Henry Thoreau, un
naturalista americano de mediados del
siglo IX escribió de manera persuasiva sobre el impacto de la naturaleza sobre
el bienestar humano en su libro “Walden”.
Uno de los arquitectos paisajistas
pioneros, Frederick Law Olmsted, “entendió la necesidad que tenían los
fatigados habitantes urbanos en recuperar su capacidad de concentrarse en el
contexto de la naturaleza,” dice Stephen Kaplan, quien junto con su mujer
Rachel, en la Universidad
de Michigan, han ayudado a fundar el campo de la psicología ambiental. En la
década de 1860, Olmsted empleó sus conocimientos al diseñar el Central Park de
Nueva York, con sus acres de sinuosos caminos y vistas naturales así como
también una enorme cantidad de otros parques diseñados utilizando el Central
Park como modelo.
“Los jardines de los nobles del
Antiguo Egipto, los jardines amurallados de los asentamientos persas en la Mesopotamia, y los
jardines de los mercaderes en las ciudades de la China medieval indican
que los primeros moradores de zonas urbanas tomaron fuertes medidas para
mantener contacto con la naturaleza,” según Ulrich de la Texas A&M. Más
recientemente, el zoólogo de Harvard, Edward O. Wilson ha escrito
extensivamente sobre esta afinidad natural, que el llama biophillia y que es
en parte una tendencia genética por parte de los humanos de responder
positivamente hacia la naturaleza.
Las últimas investigaciones y escritos
sirven como base intelectual para la relativamente nueva práctica de terapia
hortícola. Los Practicantes (los sanadores por así llamarlos) sostienen que sus
experiencias demuestran que la jardinería puede tener especial beneficio
para la salud mental porque ofrece un sentido de control –la contrapartida
psicológica de la ansiedad y el estrés.
Esto es especialmente importante para
pacientes que se están recuperando de embolias u otros traumas o quienes están
aprendiendo a vivir con discapacidades físicas o mentales, dice Teresia Haze,
veedora de los programas de terapia hortícola del Legacy Health System en
Portlandi, Oregon.
Hazen recientemente ayudó a diseñar un
galardonado jardín en el Hospital Buen Smaritano de Legacy que tiene un doble
propósito. Pacientes haciendo rehabilitación reciben tratamiento en él –dice-
pero también son muchos los doctores y enfermeras que solo pasan por ahí para
pasear, sentarse o simplemente pararse y admirar el lugar, tal vez solo por
unos minutos. Es fácil ver cómo se siente atraídos por el jardín y que es una
fuente de alivio.
Varias Facultades de Arquitectura
ahora tienen académicos especializados en el estudio sobre qué clase de
jardines atraen a qué tipo de usuarios. “Algunos hospitales solo ponen
algunos arbustos y árboles y esperan que cumplan con el efecto deseado,” dice
Clare Cooper Marcus, profesora en la Universidad de Berkeley, California, quien a
viajado por todo el mundo analizando jardines emplazados en lugares dedicados a
la atención de la salud. Un mejor jardín, dice ella, “permite que la gente
interactúe con el ambiente natural”.
Un healing garden se define
como un jardín en un entorno ‘sanador’ diseñado para hacer que la gente se
sienta mejor. Las ideas sobre qué debería ponerse en el jardín se toman de
precedentes históricos, estudios clínicos, literatura, entrevista con
diseñadores, y guías existentes como también la experiencia personal. La
consideración primordial para diseñar el espacio es el estado emocional, o cómo
se sentiría la persona cuando se encuentre en ese espacio. Para que un jardín
‘sanador’ sea un éxito, la persona o personas en el jardín deberán sentirse
menos estresadas, más cómodas, seguras y energizadas.
Datos recopilados y traducidos de
variadas fuentes en Internet utilizando las siguientes palabras claves: Healing
Gardens, Horticultural Therapy, Terapia Hortícola.
Eileen Banks de Dean 13 Noviembre, 2003